SOCIALISMO FUTURO
Publicado por Movimiento Apostólico Seglar el 11 de noviembre de 2009 +información-->
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Durante el siglo XX predominaron, entre otros, dos modelos de socialismo que se alzaban como diferentes alternativas al capitalismo, pero que no han llegado a cuajar. El primero, fue el socialismo que se convirtió en socialdemocracia; y de ésta, ha ido decayendo en un social-liberalismo, por lo que, en gran parte, apenas hay diferencias con los partidos conservadores y de la derecha. El segundo, fue el comunismo según el modelo soviético, predominando un Estado vertical y dictatorial, donde la democracia y la participación popular apenas se dieron. El llamado comunismo real, se vino abajo con el derrumbe del muro de Berlín.

En América Latina surgió el modelo Cubano y luego el Sandinista. Actualmente van cuajando, con sus diferencias, las vías hacia el socialismo en Venezuela, Bolivia, Ecuador, etc. Aun lo positivo de estas varias manifestaciones de la izquierda, creemos que entre los movimientos progresistas del planeta no existe bien perfilada la utopía socialista o comunista, aun reconociendo las diferencias que deben existir entre los diversos modelos nacionales. Por ello, afirmamos que hay que debatir en profundidad la construcción del Socialismo del futuro, tan necesario para la emancipación de los pueblos y la implantación de la justicia universal.

Características

Más que determinar exhaustivamente las peculiaridades del Socialismo del siglo XXI, exponemos algunas notas como aportes al debate de la izquierda mundial, para perfilar mejor las condiciones que ha de tener el socialismo. Entre esas notas, señalamos algunas:

-Todas las sociedades del planeta con sus estructuras políticas, económicas, sociales, culturales y religiosas, incluso con sus líderes y cuadros dirigentes, han de estar al servicio de la persona humana.

-Desarrollo, a todos los niveles, de los valores de: justicia, igualdad, libertad, solidaridad, subsidiariedad, participación, democracia, cooperativismo, socialización, pacificación y bien común. Para ello, la libertad de pensamiento, de reunión y de asociación, así como los derechos humanos generales y específicos, deben ampararse adecuadamente. Enfrentemos al individualismo egoísta con el personalismo social.

-Compatibilizar la ciudadanía mundial con la nacional, superando toda segregación, racismo, marginación y discriminación, así como todo machismo contra la mujer, supeditándolo todo a la desaparición de las clases sociales. Debe ampararse la libertad de migración, con iguales derechos y deberes que los nativos, pues la condición de ser persona debe prevalecer sobre el nacimiento, la raza y la cultura. Al mismo tiempo, los Estados fuertes deben colaborar solidariamente a la promoción de los Estados en vías de desarrollo evitando la corrupción de las oligarquías de los países pobres, para que nadie tenga que emigrar impulsado por la pobreza.

-Democracia y participación real de las mayorías ciudadanas en todos los asuntos importantes del Estado, y no sólo en el periodo de elecciones de sus líderes, tanto a nivel nacional como regional y local, también en las organizaciones populares. Es necesario que las estructuras y los partidos políticos se organicen verdaderamente de forma democrática. Democracia popular y no democracia burguesa.

-Asumir la responsabilidad por el medio ambiente y la biodiversidad. Nos va en ello el futuro del planeta y la existencia de las generaciones futuras. Debemos controlar, entre otras, la contaminación de la tierra, mar y aire, el calentamiento del clima, el deterioro de la capa del ozono, la desertización de los parajes fértiles y los deshielos de los polos. En esta línea, el desarrollo de las energías alternativas más ecológicas que vayan sustituyendo a las energías convencionales del petróleo, el carbón, el gas y la nuclear son imprescindible; sin olvidar la conservación de las diversas especies de la flora y la fauna, muchas en peligro de extinción.

-Evitemos el consumo excesivo y el derroche irresponsable que se practica en el mundo desarrollado, mientras en el mundo subdesarrollado impera el hambre, la miseria y la pobreza. Los medios y recursos de que dispone la humanidad son limitados; limitado, equitativo y justo ha de ser el desarrollo económico.

-Reforma de la empresa (agrícola, minera, industrial, comercial, financiera y de servicios), transformando la idolatría de la clase dominante hacia el acaparamiento del beneficio, en el ideal solidario del bien de todos y el reparto justo. Ha de darse primacía al trabajador sobre el capital. Hay que establecer para todos, mujeres y varones, un puesto de trabajo digno, igualitario y estable, un salario justo, una jornada laboral adecuada, un descanso y ocio suficientes, unas condiciones de trabajo humanas. Para ello, los sindicatos han de recuperar su capacidad revolucionaria. Hay que acabar con la explotación del hombre sobre el hombre; hay que terminar con el escándalo de las diferencias retributivas excesivas entre empleados y directivos. Terminemos con el predominio del poder financiero sobre el desarrollo de los pueblos y el bien común.

-El socialismo futuro, ha de superar eficazmente a nivel mundial y nacional al capitalismo, por ser éste intrínsecamente perverso. El socialismo, pues, frente a la propiedad privada de medios de producción que favorece a una minoría en contra de la mayoría, establecerá la propiedad comunitaria; frente a la empresa privada dominada por los capitalistas contra los trabajadores, promocionará la empresa cooperativa; frente a la máxima ganancia por la que se exacerba una sociedad dividida en clases sociales, instituirá el justo reparto del beneficio; frente a la competencia desleal donde se manifiesta la explotación que ejercen los poderosos en contra de los humilde, organizará el servicio socializado; frente al mercado libre como medio de abuso de los fuertes contra los débiles, animará un mercado solidario; frente a la industrialización hegemonizada por las oligarquías, promocionará la industrialización participada por la clase trabajadora; por último, frente a los avances tecnológicos que vienen a dar más poder a los ricos contra los pobres, en el socialismo, esos avances científicos y técnicos se pondrán a disposición de las clases populares.

-Habrá que hacer un cambio radical. En la economía social de mercado, el más fuerte se impone sobre el más débil, la multinacional sobre la pequeña empresa, el empresario sobre el trabajador, el primer mundo sobre el tercer mundo. En la economía equitativa del socialismo, habrá que transformar el sistema dominante, en instrumento de servicio para bien de todos, especialmente de los más empobrecidos. El dinero, la riqueza y el capital han de estar al servicio del ser humano considero personal y comunitariamente. Si en el capitalismo neoliberal globalizado los Estados están bajo el poder de las corporaciones y multinacionales, en el socialismo solidario planetario el capital ha someterse al Estado, y éste ha de ponerse al servicio del pueblo. El nuevo socialismo, tratará de implementar las diversas alternativas que presentan los múltiples colectivos integrados en el Foro Social Mundial y organizaciones afines.

-Levantemos una nueva economía socialista sustituyendo a la economía capitalista, que propicie y amplíe la capacidad del desarrollo humano. Frente a la acumulación de bienes en propiedad de minorías, potenciemos la distribución justa entre las mayorías, favoreciendo solidariamente a los más necesitados. Construyamos una propiedad de producción comunitaria, compatible con la libre iniciativa, que favorezca a las mayorías. Asimismo, habrá que socializar los sectores claves de la sociedad, controlados por el Estado y con la participación de los ciudadanos a través de las organizaciones populares adecuadas. Para ello, es evidente que el Estado ha de establecer un sistema de impuestos progresivos, con la participación y control de las organizaciones populares que representan a los diferentes sectores del pueblo.

-Organizar un uso adecuado y justo, tanto a nivel planetario como a los niveles nacionales, de las materias primas, la tierra, el agua, los recursos marinos, los alimentos y la agricultura, así como de los adelantos tecnológicos. La reforma agrícola sigue siendo aspiración del campesinado mundial, especialmente entre las naciones en vías de desarrollo.

-Importancia universal y vital para todos los habitantes de la Tierra, tiene la socialización de la educación, la salud, la alimentación y los servicios públicos a nivel general, compatible con una moderada iniciativa privada en el marco de una legislación adecuada y justa. Para ello, será tan beneficiosa una modélica organización, así como una cualificada formación de los profesores y técnicos seguida de reciclajes periódicos de los mismos.

-Asumir la importancia de lo que se ha venido en llamar ‘I+D+i’, en las sociedades del conocimiento, es decir, la influencia beneficiosa de la ciencia, la tecnología y la industrialización en la progresiva humanización de los pueblos, para ello hay que evitar el monopolio de los grupos de poder y de las naciones desarrolladas.

-Afirmar el laicismo del Estado y de las sociedades, separando religión y política. Al mismo tiempo que se amparará la libertad y diversidad de creencias (así como de culturas e ideologías), se deberá evitar la imposición de las cúpulas religiosas fundamentalistas y/o burocráticas sobre el bien común y los respectivos gobiernos de los pueblos.

-Para la construcción del socialismo planetario sobre la base de los socialismos nacionales, es necesario instituir democráticamente, de abajo a arriba, una autoridad mundial, así como autoridades regionales y nacionales, que estén cimentadas sobre la base de la justicia y el derecho, acabando con el dominio del imperio, el abuso de las grandes potencias y la hegemonía de las oligarquías. Ello favorecerá un mundo de paz, donde los conflictos no se resolverán por la vía armada y la guerra, sino por medio del diálogo, la negociación y la diplomacia con la mediación de las instituciones y personas adecuadas.

-Las múltiples organizaciones políticas, sindicales, solidarias, ecologistas, humanistas, indigenistas, campesinas, feministas, religiosas y otras más, como agentes históricos que convergen en la utopía socialista como alternativa al capitalismo, han de ir superando sus diferencias caminando hacia la unidad de acción que potencie la acumulación de fuerzas para constituir la nueva izquierda, y así, dar el vuelco histórico de liberación que esperan los pueblos del planeta. En esta estrategia unitaria, la izquierda consecuente tratará de atraer a otras fuerzas políticas y sociales que se encuentran atrapadas en un parlamentarismo democrático-formal que las incapacita para la transformación social.

Frente a la globalización neoliberal del capital, construyamos la globalización solidaria del socialismo.

Madrid, octubre de 2009

Pedro Serrano


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