LA INJUSTICIA EN EL MUNDO
Publicado por Movimiento Apostólico Seglar el 2 de noviembre de 2019 +información-->
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La humanidad vive bajo el imperio del dinero, a pesar de que los pueblos aspiran a vivir en paz, fraternidad y prosperidad. O como dice el papa Francisco: el mundo está sometido a la idolatría del dinero, a la cultura del descarte y a la globalización de la indiferencia.

La lucha por el poder mundial

El Diablo a JESÚS, mostrándole los reinos del mundo, le dijo: “te daré el poder sobre esos países y te entregaré sus riquezas y sus gentes… si postrándote a mis pies me adoras” (Lc 4, 5-7). La ambición de riquezas y poder, pues, es una idolatría que atrapa a muchos seres humanos.

Guerra Fría (1945-1990).

Desde el final de la 2ª Guerra Mundial, la humanidad ha pasado por dos etapas: la primera fue la llamada Guerra Fría (1945-1990), donde se ‘crucificaba’ a los pueblos por dos grandes combates entrecruzados: el del Norte enriquecido contra el Sur empobrecido; ello unido a la oposición entre el Este comunista hegemonizado por la URSS y el Oeste capitalista liderado por EEUU. Militarmente había una oposición y carrera de armamentos entre la OTAN capitalista contra el Pacto de Varsovia comunista. El empobrecimiento y las guerras las padecían las ciudadanías de las naciones en vías de desarrollo.

Lucha hegemónica (1990 a nuestros días).

A partir del desplome de la URSS y de las naciones afines, se puede decir que ya no existe en el mundo ningún país con sistema comunista. Hemos llegado al fin de la historia, según algunos analistas norteamericanos. Se puede decir, que todos los países se rigen -más o menos- por el mismo sistema depredador y elitista, ya sea en democracia o ya sea en dictadura. Pero la lucha por la hegemonía mundial ha adquirido nuevas dimensiones. Si es verdad que ha desaparecido la oposición entre capitalismo y comunismo, ha adquirido una gran dimensión la competencia entre las grandes potencias por el dominio sobre el mundo, cuyos protagonistas son los países desarrollados hegemonizados por EEUU, por un lado; mientras que, por el otro lado, hay una serie de países que pugnan por su soberanía apoyados por la alianza Rusia-China. Las élites económicas y políticas escatiman bienestar a la clase trabajadora en sus respectivos países y expolian a las mayorías empobrecidas de los países en vías de desarrollo.

Si durante la Guerra Fría el imperialismo era bipolar, Desde 1990 Estados Unidos pretendió el dominio del mundo de forma monopolar. Pero la dinámica política mundial ha conducido a que se vaya afianzando una hegemonía multipolar, donde sobresale EEUU como primera superpotencia que trata de desgastar y deshacer a Estados en ascenso tales como los BRIC, pero prioritariamente a China (superpotencia económica) y Rusia (superpotencia militar). En el tablero por el dominio del mundo, existen otras potencias con armamento nuclear que juegan un papel muy importante, aunque secundario, en la configuración del planeta, tales como Reino Unido, Francia, India, Pakistán e Israel. Además, hay potencias que, aunque de momento no estén en posesión del arma nuclear, tienen gran importancia subsidiaria en sus respectivas regiones, tales como Alemania, Japón, Arabia Saudita, Irán, etc.

La explotación global

“No se puede servir a dos señores: a Dios y al dinero” (Lc 16,13a). En la lucha hegemónica por el dominio del mundo, se puede decir que ya no tiene sentido la lucha ideológica entre capitalismo y comunismo que se dio durante la Guerra Fría; el sistema que se ha ido configurando es el llamado Neoliberalismo (algunos lo llaman capitalismo global neoliberal), en donde compiten en una gran carrera los países desarrollados, -principalmente EEUU, China, Rusia, India y la Unión Europea-. Todos tratan de ser los primeros en: poderío financiero e industrial, adelantos científico-tecnológicos-electrónicos, armas convencionales y estratégicas, fortaleza militar, capacidad de las instituciones de policía y espionaje, así como el perfeccionamiento de las instituciones diplomáticas y políticas. A su vez, desarrollan técnicas y medios de comunicación para mediatizar las conciencias de las masas y evitar revueltas e insurgencias. En esta radical competencia, las instituciones financieras y económicas operando en las grandes empresas y multinacionales, obtienen la primacía sobre los poderes del Estado.

Jean Ziegler, en su libro ‘Hay que cambiar el mundo’, pp. 19-40) nos da a conocer que Warren Buffet, uno de los hombres más ricos del mundo según la revista económica americana Forbes, hace algunos años declaraba a la CNN: “Hay una lucha de clases, de acuerdo, pero es mi clase, la clase de los ricos, la que lleva la iniciativa, y esa guerra la estamos ganando”. Los enriquecidos a costa de endeudar y saquear las materias primas y energéticas a los países en vías de desarrollo, se valen, también, de los llamados fondos ‘buitre’ (inversiones especulativas que se hayan integrados a los paraísos fiscales).

Según Ziegler, en 2015 el 1% de las personas más ricas del planeta poseían valores patrimoniales superiores a los del 99% del resto del mundo (Informe Oxfam, Londres, dic 2015). Las posesiones de los 62 multimillonarios más ricos del planeta superaban a las del 50% de los habitantes del mundo. Hay 1.826 multimillonarios en dólares USA. Entre los grandes superricos están: Bill Gates (USA) con 81.000 millones, Carlos Slim (México) 79.000 millones y Warren Buffet 73.000 millones; mientras, unos 3.000 millones de personas sobreviven con menos de 2 dólares al día. Entre 2010 y 2015, el poder financiero-económico de las 562 personas más ricas del mundo aumentaron el 41%, mientras que los haberes de la mitad de la población mundial han descendido el 44%.

Por el afán de riquezas, las élites más influyentes y poderosas del mundo son los principales causantes de los estragos que está sufriendo el medio ambiente, con la contaminación del aire, la tierra y el mar; así como el calentamiento de la Tierra y el derretimiento de los polos. El 42% de los invertebrados terrestres, el 34% de los de aguas y el 25% de los marinos están en riesgo de extinción. De cada 14 habitantes terrestres, 10 han experimentado un descenso en la productividad de la vegetación. Progresa la desertización y la desaparición de especies. Entre otros males están que, el 73% de la basura marina es plástico. El 33 de la comida se desperdicia, especialmente en países desarrollados (datos recibidos por Internet).

En el neoliberalismo, los medios de explotación de que se valen la clase dominante de los países desarrollados con la colaboración interesada y subalterna de las oligarquías de las naciones en vías de desarrollo contra los pueblos, pueden concretarse en las siguientes: desarrollo industrial y capacidad científica y tecnológica, privatizaciones de bienes, servicios y empresas públicas; endeudamiento público y privado, saqueo de productos energéticos y de materias primas, abuso en las transacciones económicas de los países desarrollados contra los países subdesarrollados, capacidad armamentística, imposición de las multinacionales, abuso de los poderes financieros, y explotación de los fondos buitre. Además, se valen de guerras, genocidios, golpes de Estado, chantajes, corrupciones o injerencias políticas y económicas; a su vez, de leyes y tribunales contra los Estados subdesarrollados. Las instituciones internacionales favorecen a los países desarrollados, tales como OMC, BM, FMI, OTAN. Todo este gran colonialismo moderno de las potentes naciones contra los países del mundo, beneficia a los enriquecidos y perjudica a los empobrecidos. Pero en la humanidad ha ido creciendo una gran diversidad de movimientos solidarios (entre los que se encuentran ONGs, sindicatos, asociaciones feministas, indigenistas, cristianas y partidos políticos), que con sus reivindicaciones tratan de mejorar la calidad de vida de las clases trabajadoras y transformar el sistema neoliberal en un sistema humanista que garantice la dignidad y los derechos humanos de todos los habitantes del planeta.

PEDRO SERRANO GARCIA


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