LA PAZ FRUTO DE LA JUSTICIA
Publicado por Movimiento Apostólico Seglar el 30 de julio de 2018 +información-->
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ESPIRITUALIDAD

LA PAZ FRUTO DE LA JUSTICIA JESÚS, evidentemente trajo una alternativa religiosa al establishment judío compuesto por los principales grupos de saduceos y fariseos, en los que se integraban sacerdotes, levitas y escribas, así como grandes terratenientes y comerciantes. Su Buena noticia del Reinado de Dios, suponía otra manera de hacer política y economía para el logro del bien de los pueblos. Entre la diversidad de temas que vemos en el Evangelio, se encuentra las utopías de la Nueva Jerusalén, la paz universal y la salvación presente y futura.

La nueva Jerusalén

La clase hegemónica de Israel esperaba la venida del Mesías que derrotaría a Roma y sometería a todos los pueblos como tributarios de Jerusalén. Sin embargo, JESÚS, se muestra partidario de un mesianismo pacifista y no guerrero, humilde y no soberbio, servicial y no dominador, igualitario y no privilegiado, generoso y no avaro. Su propuesta de Dios Padre Misericordioso proponía aceptarlo no por la violencia de las armas, ni por la amenaza del castigo, sino por el convencimiento voluntario y confiado. La Nueva Jerusalén sería el logro de otro mundo posible, fraternal, igualitario, justo, libre y solidario.

Todos y cada uno de los seres humanos, sea cual sea la nación, la raza, la cultural, la religión, el género o la profesión a la que pertenezcan están invitamos a integrarse en igualdad de condiciones al Reino de Dios considerado como la mejor noticia que jamás persona alguna haya podido experimentar.

Para trabajar por el bien común nacional o internacional, los grupos políticos (ya sean de izquierda, derecha o centro), salvo excepciones, se ven abocados a entablar una lucha política o armada por el poder; acabando bastantes élites, por afanarse más por sus privilegios y hegemonías que por el bienestar de sus respectivos pueblos. Mientras que JESÚS, más parece que era partidario de realizar la liberación integral de los pueblos, con el anuncio pacífico del Reino de Dios desde la base; rechazando todo puesto de poder, privilegio o riqueza exorbitantes. El poder político se sustenta en el control de las fuerzas de las armas, de la ley, de la economía, de la cultura y de la ciencia; incluso en la hegemonía sobre la religión. JESÚS, sin embargo, basa la promoción del ser humano en la libre opción solidaria por la justicia social, prioritariamente a favor de los más empobrecidos.

La utopía de la paz

Frente a la ley de la fuerza de los poderosos que conduce a conflictos y guerras, JESÚS ofrece la dinámica del amor de los profetas que desemboca en justicia y paz. Por tanto, ante el mundo eclesial que prioriza el culto sobre la solidaridad, los discípulos de Jesús deberíamos dar prioridad a la solidaridad con los empobrecidos sobre el culto espiritualista. Los cristianos, pues, hemos de optar por los empobrecidos dando mayor importancia a los derechos humanos que al Código de Derecho Canónico; al derecho al trabajo digno y al salario justo, para todos que al culto rutinario; a la educación y a la seguridad social que a los sumisos acatamientos hacia las jerarquías eclesiásticas.

Sobre todo, los cristianos deberíamos considerar nuestro compromiso por la paz universal como exigencia creyente ineludible, haciendo nuestros los ideales de Francisco de Asís: “donde haya odio ponga yo amor, donde haya guerra ponga yo paz, donde haya opresión ponga yo liberación”.

La esperanza en la salvación

La salvación de los seres humanos que propone JESÚS, tiene dos dimensiones: histórica y eterna. La salvación histórica es cosa nuestra, y se concreta en el respeto a la dignidad de la persona, los derechos humanos y el bien común. Para ello, cada ciudadano y cada ciudadana han de contribuir solidariamente -desde sus respectivos puestos (importantes o humildes) en la política, la economía, la cultura y la religión-, a la conquista de una vida de calidad para las mayorías oprimidas. Mientras que la salvación eterna, es cosa de DIOS, en el que somos, existimos y nos movemos, garantizada por JESÚS; es decir, es cosa de fe.

Hagamos en la historia la liberación de los oprimidos como si todo dependiese de nosotros y nosotras, luego confiemos como si todo dependiese de DIOS.

Pedro Serrano García


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